viernes, 6 de junio de 2008

“Tendencias Internacionales y Política Educacional en Chile" Autor: Ciro Millán Meneses

1. Desigualdades de origen v/s rol de la escuela en los resultados de aprendizaje:

La realidad actual en las políticas educacionales implementadas desde los 90 en adelante, levanta desafíos importantes en cuanto a la necesaria modernización de nuestra educación, la necesidad de adoptar mecanismos flexibles para otorgarle relevancia al currículo formal, y la elevación de las capacidades docentes que deben volver a tener el liderazgo en la conducción del proceso. La Desigualdad en Educación crecerá en la medida en que no haya una respuesta clara en las políticas educacionales sobre las contradicciones que crea el acceso de los estudiantes a una multitudinaria información (Tics, globalización), y al cada vez más faltante apoyo familiar en la formación valórica y cívica. Este problema se debe en un porcentaje importante a que los ingresos de los hogares en Chile son comparativamente desiguales, porque los ingresos del trabajo lo son. La educación es relevante a la hora de explicar estos ingresos desiguales. Chile tiene una historia educacional deficiente, en el sentido de que la educación básica masiva es un fenómeno de las últimas cuatro décadas y la educación media, sin ser aún masiva, ha experimentado un fuerte aumento sólo en las últimas tres décadas, pero con niveles bajos de cobertura, inferiores a 30% en 1970[1]. Entonces el rol que le queda a la escuela es sin duda la flexibilización del currículo[2], sobre la base de un proyecto educativo que oriente la formación integral de los educandos, es una condición fundamental, que requiere una actitud participativa y un compromiso fundamental con la calidad del proceso. La gestión curricular debe orientarse a optimizar los recursos docentes y de apoyo en la dirección de los objetivos centrales considerados en la estrategia del proyecto, no se debe olvidar que el motor productivo de esta empresa educativa, es el Profesor de Aula, el cual necesita del soporte que le deben entregar los Docentes Directivos. Esto permitirá poner en jaque, que las escuelas que obtuvieron los resultados educacionales menos satisfactorios son por lo general aquellas que tienen alumnos de menores recursos, ya que no es tan cierto, el estudio sobre Escuelas Efectivas, han demostrado, que con una alta vulnerabilidad social han sabido sortear las barreras que este sistema demanda.[3]

2. Resultados de aprendizaje exitosos y desastrosos (no aprendizaje) en niños de un mismo origen (variabilidad de resultados dentro de grupos homogéneos):

Todos los alumnos deben lograr los objetivos del currículo nacional. La prueba SIMCE es una evaluación estandarizada, es decir, igual para todos los estudiantes, a nivel nacional. Mientras que la evaluación diferenciada es una modalidad especial de evaluación para ciertos niños, a nivel de aula. El país necesita saber el nivel alcanzado por todos sus alumnos sin hacer diferencias en cuanto a sus logros de aprendizaje, ni a su grupo socioeconómico. ¿Se imaginan pruebas para niños de distinto grupo socioeconómico? O bien, ¿pruebas para niños con altos niveles de logros y otras para niños de bajo rendimiento? Esto va contra la equidad, porque significaría discriminar, esperar menos de algunos niños. Lo que se quiere es calidad e igualdad para todos[4].
Lo antes expuesto me permite dejar claro que los resultados exitosos, se debe a que algunas unidades educativas han aprovechado su alta vulnerabilidad social a favor de la agregación de valor, es decir, sensibilizar a sus alumnos y apoderados y comunidad educativa, que la educación es la vía de superación (Escuelas Efectivas).
Los resultados desastrosos se deben al poco compromiso de la mayoría de las unidades educativas por no ser capaces de responder a uno de los mandatos por ley que ellas deben cumplir, que es entregar una educación de calidad, ya que los apoderados confían y mandan a sus hijos a recibir el servicio que la unidad educativa produce. Esto trae consigo las siguientes posturas.
Eyzaguirre y Fontaine (1999) sostienen, por una parte, que los niveles de dificultad de estas pruebas son esencialmente variables y, por lo tanto, no se pueden comparar de un año a otro. De este modo, no puede dejarse de señalar que si bien las reformas permitieron avances importantes en la descentralización del sistema, en algunos aspectos de su gestión los establecimientos educacionales siguieron seriamente restringidos por el nivel central.
Mizala y Romaguera (1998) sostienen que las diferencias de logro educativo para los alumnos de establecimientos municipales y particulares subvencionados que en 1996 rindieron el SIMCE de 4° básico desaparecen una vez que se controla por nivel socioeconómico tanto en su modelo de corte transversal como de valor agregado[5].
Aedo y Larrañaga (1994) encuentran que sí hay diferencias entre establecimientos municipales y privados con financiamiento público, aun después de controlar por nivel socioeconómico, y sostienen que parte de las diferencias se explican por un sesgo de selección[6].

3. Rol o responsabilidad de la política pública en resultados mediocres permanentes de las mismas escuelas:

Primero hay que tener claro el rol crucial que juega la educación pública, por ser referente de calidad del sistema escolar, especialmente en el presente contexto de cambio y descentralización, que comenzó con la reforma de los años 80, y por la diversidad multidimensional que la caracteriza. No cabe duda de que esta situación genera una sensación de injusticia. De ahí que lograr un alto nivel educacional, tanto en cantidad como en calidad, de los niños de menores recursos aparezca como un objetivo principal de la política social de Chile[7]. Para desarrollar nuevas propuestas y políticas educacionales, es necesario tener en cuenta tres aspectos. En primer lugar, se debe respetar la estructura vigente. Las propuestas no deben cambiar el sistema en su diseño fundamental, sino que orientarse a obtener el mejor rendimiento de los recursos invertidos. Segundo, se requieren cambios de gestión que permitan acelerar la obtención de logros de calidad y equidad. Por último, se necesitan recursos adicionales para impulsar el conjunto de iniciativas.


[1] Las cifras históricas de cobertura en educación básica y media pueden consultarse en Empresas CB, 1998.

[2] www.mineduc.cl

[3] Podría argumentarse que los alumnos de menores ingresos viven en ambientes familiares que no promueven el estudio y que, por lo tanto, afectan su rendimiento escolar. Sin embargo, existen en el país suficientes experiencias educacionales exitosas con alumnos de bajos ingresos que tienden a contradecir esta afirmación.

[4] Nivel de Educación Básica: SIMCE, “Cascada de difusión al sistema escolar para la implementación curricular y análisis del Simce”, Mayo 2005.
[5] En este último caso se utiliza sólo una aproximación al valor rezagado de un test previo para el mismo grupo de estudiantes. Se utiliza el SIMCE de 1994 del establecimiento considerado.

[6] Los colegios particulares subvencionados elegirían a sus alumnos.

[7] El tema de la calidad de la educación preocupa no sólo a países en vías de desarrollo como el nuestro, sino también a países desarrollados como Estados Unidos y Gran Bretaña. El debate en esos países lo han detonado los malos resultados educacionales y, en menor medida, los aumentos en la desigualdad de ingresos. Los niveles de desigualdad, sin embargo, siguen siendo menores que los de Chile.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que los estándares educacionales nos permiten medir como vamos en educación pero la pregunta es: ¿Esas mediciones como el SIMCE que es nacional y las pruebas internacionales, miden con equidad? a mi personalmente creo que NO. Buen artículo.